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Generalmente, la minería y la exploración se llevan a cabo con alguna idea de lo que se puede encontrar al final de la excavación. Afortunadamente, es una idea muy específica. Sin embargo, el planeta ―y los seres humanos que lo habitan― todavía puede seguir sorprendiendo a los valiosos geólogos.

Las esferas de Klerksdorp

¿Vinieron extraterrestres traviesos y las plantaron en las profundidades de la Tierra para confundir a los geólogos del planeta? La verdad que no. Sin embargo, sucede algo muy extraño: las esferas de Klerksdorp parecen fabricadas; es fácil ver por qué los teóricos de la conspiración tenían demasiada imaginación y las identificaron como “OOPArt” (Out Of Place Artifacts, artefactos fuera de lugar). Estos pequeños discos aplanados de color marrón rojizo tienen hasta 10 cm de diámetro y, a menudo, tienen tres surcos paralelos claramente definidos alrededor de su circunferencia.

Por lo general, tienen un brillo metálico y, cuando se abren, se observa una estructura radial. En muchos sentidos, parecen hechas a mano, pero a pesar de esa apariencia distintiva, las esferas son, en realidad, concreciones formadas por la precipitación de sedimentos volcánicos y cenizas.

En un principio, fueron descubiertas por mineros que trabajaban en las minas de pirofilita en Ottosdal, Sudáfrica. (Si se encuentra cerca de allí, puede visitar un museo que las exhibe en la localidad de Klerskdorp, a unos 70 km de distancia). Tienen una antigüedad de 3000 millones de años.

Desde su descubrimiento, las esferas se han identificado de diversas maneras: huevos de dinosaurio, artefactos alienígenas, una nueva forma de metal nunca antes vista en la Tierra y, según una “investigación”, están tan perfectamente equilibradas que solo podrían haber sido producidas en un entorno de gravedad cero. Mmm, bueno, lamentablemente, no es el caso, y ni siquiera son las únicas. Las piedras moqui de las formaciones areniscas Navajo en Utah y las rocas Moeraki Boulders en Nueva Zelanda son ejemplos similares de concreción natural en forma de esfera.

La kyawthuita

Es el mineral más extraño de la Tierra ―tan así que, de hecho, solo existe una muestra de él― y fue descubierto en la región de Mogok, en Myanmar. Es un cristal de color naranja intenso; su fórmula es Bi3+Sb5+O4 (un antimonio y bismuto de origen natural). Cuenta la leyenda (esto no se ha verificado) que fue descubierto en 2010 por buscadores de gemas que no tenían idea de lo que habían encontrado y lo vendieron a un coleccionista geólogo en un mercado local.

Ahora se encuentra en el Museo de Historia Natural del condado de Los Ángeles. Se sabe muy poco al respecto, incluso se desconoce cómo se formó; sin embargo, desde entonces, se crearon versiones artificiales con éxito.

Decenas de automóviles de la década de 1930

En 2016, el profesor belga de Educación Física, Vince Michel, rondaba por una cantera abandonada en la región centro de Francia cuando descubrió un misterioso depósito de automóviles oxidados de los años treinta; hacía setenta años que estaban ocultados ahí y estaban aparcados de a dos o tres en fila en el fondo de un pozo minero. Las investigaciones revelaron que se habían requisado durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las fuerzas alemanas habían ocupado el país; luego, quedaron abandonados cuando la guerra llegó a su fin. Entre la colección, hay una gran cantidad de vehículos Citroën, Renault y Peugeot. La mayoría quedó intacta, como un homenaje a sus dueños, pero se tomaron algunas piezas que resultaron más extrañas desde ese momento.

El hierro de Wolfsegg

También conocido como el cubo Salzburgo, es otro artefacto fuera de lugar.

Este pequeño cubo de hierro forjado se descubrió en la fundición de hierro Braun, en Austria, cuando los trabajadores rompieron un bloque de lignito y, de manera inexplicable, encontraron este trozo de metal en su centro cubierto con una fina capa de óxido.

En un principio, se creía que había originado por un meteorito; sin embargo, la teoría, ahora, es menos prosaica: se cree que es un trozo de hierro fundido que se solía utilizar en las primeras máquinas para minería; arrojaron el cubo y, de alguna manera, llegó a la veta.

La painita

Si no fuera por la kyawthuita, la painita podría considerarse como el mineral más raro del mundo. Solo se encuentra en unos pocos lugares del mundo, también principalmente en Myanmar. Quien la descubrió fue el gemólogo británico Arthur Pain en la década de 1950; durante muchos años, se consideró el santo grial de la rareza de las piedras preciosas, puesto que entre 1956 y 2001 solo se encontraron cuatro cristales.

También se considera una gema muy hermosa: tiene un color rojo intenso y una estructura que muestra una variedad de tonos y matices desde diferentes ángulos.

En 2005, se descubrió un afloramiento de painita y se extrajo una gran cantidad de piedras, pero todavía existen unas pocas gemas talladas en manos de coleccionistas. Lo que lo hace tan especial es la combinación natural poco común de los elementos, circonio y boro, que son esenciales para su formación. La composición química completa incluye calcio, circonio, boro, aluminio y oxígeno, además de trazas de cromo y vanadio.

Una iglesia toda hecha de sal

La catedral de Sal de Zipaquirá se encuentra a 200 m de profundidad en una mina de sal colombiana; sus inicios se remontan a la década de 1930 y era un lugar para que los trabajadores de la mina de sal pudieran rezar antes de ir a trabajar. Sin embargo, en la década de 1950, se puso en marcha un proyecto de excavación mucho más grande, que incluía naves y una enorme cruz. Esta iniciativa no era muy segura y, finalmente, la iglesia se cerró; sin embargo, en 1991, se comenzó a construir una nueva catedral a 61 m por debajo de la anterior y lejos de la mina en funcionamiento; se inauguró en 1995. Se llega a ella a través de 14 capillas, hechas íntegramente de sal, y finaliza bajo una enorme cúpula y una nave de 80 m de largo, con sillería de coro.

En la actualidad, miles de turistas la visitan todos los años; sin embargo, las ceremonias religiosas no cuentan con un obispo, por lo que la Iglesia católica no la reconoce oficialmente.

La Pepita Canaã

La pepita de oro más grande que actualmente se encuentra en el mundo fue descubierta por el minero Julio de Deus Filho en la región aurífera de Serra Pelada en Brasil, en 1983, como parte de la fiebre del oro en la década de 1980. Con poco más de 60 kg de peso bruto, es tan pesada como una persona y contiene 52 kg de oro. Sin embargo, no es la más grande que se haya registrado, sino la más grande que aún está en vigencia (se exhibe en el Museo del Banco Central de Brasilia).

Esta disputa se debe a la pepita Welcome Stranger, que se encontró en los yacimientos de oro de Victoria, Australia, en 1869; pesaba 72 kg y se encontró a unos centímetros de profundidad en las raíces de un árbol.

Su tamaño era tan grande que se rompió de inmediato antes de que se pudieran tomar registros o fotografías. Con una historia tal vez más interesante y mejor documentada fue su predecesora en tamaño, la Welcome Nugget. Se descubrió 11 años antes en el techo de un túnel a 55 m por debajo de lo que hoy es la moderna ciudad de Ballarat, Victoria.

El grupo de mineros de Cornualles que la descubrió había sido el primero en introducir maquinaria a vapor en la industria minera de oro de la región. Sin embargo, quien realmente la encontró fue un trabajador que blandía un pico mientras todos los demás almorzaban. Golpeó la pepita, se dio cuenta de lo que era y rápidamente se desmayó. Durante un tiempo, la Welcome Nugget recorrió Australia y Londres, era la maravilla de los turistas que estaban asombrados; luego, la vendieron a la Royal Mint, donde la utilizaron para producir soberanos de oro. En los Museos Victoria, en Melbourne, se puede apreciar una imitación de sus 68 kg y 50 cm de largo.