En los próximos dos años, deberían finalizar algunos de los proyectos de captura de carbono más grandes, ambiciosos y de gran escala del mundo. ¿Pero podrán superar el reto al que se enfrentan?
En menos de 20 años, la ingeniería de carbono ha recorrido un largo camino, con una tecnología que solo podía extraer unos pocos gramos del aire y que, ahora, puede captar miles de toneladas.
Situada en Islandia, Orca es la primera planta de captura de dióxido de carbono a gran escala del mundo. Fuente: Climeworks
Por ejemplo, en la parte superior del medio oeste de Estados Unidos, el objetivo es capturar el CO2 de unas 30 plantas de etanol (entre otras fuentes industriales) que se extienden en cinco estados, enviarlo por tuberías y almacenarlo en las profundidades de Broom Sweep, una formación saturada de sal de Dakota del Norte. La geología de Dakota del Norte es ideal para el almacenamiento de CO2, ya que contiene una capa de roca porosa profunda y estratos rocosos superpuestos que permiten sellar el CO2 en la zona de almacenamiento.
Mientras tanto, en Islandia, la planta Orca captura alrededor de 4000 toneladas de dióxido de carbono del aire cada año, mediante la filtración, concentración y mezcla con agua, y se inyecta a una profundidad de 1000 metros en la roca basáltica debajo de la planta, donde se mineraliza. La mezcla de agua y CO2 tarda alrededor de dos años en convertirse en roca.
Representación digital de la planta de captura directa de aire de Climework’s, Mammoth, que se desarrollará en los próximos años. Fuente: Climeworks
Sin embargo, el récord de captura de aire directo de Orca podría pronto verse eclipsado por otro proyecto islandés, Mammoth, que empezó a construirse a principios de 2022. Es diez veces más grande (tiene 80 unidades en lugar de las ocho de Orca) y se prevé que captará alrededor de 36 000 toneladas de CO2 de la atmósfera por año.
Y este año, Occidental Petroleum anunció que planifica subir la apuesta aún más al crear una planta de captura directa del aire (direct air capture, DAC) en la cuenca Pérmica del oeste de Texas, la cual podría capturar de forma permanente de 500 000 a 1 millón de toneladas al año, posiblemente más que todas las plantas de captura y almacenamiento de carbono (carbon capture and storage, CCS) atmosféricas existentes en el mundo.
500 000 toneladas. ¿Pero qué significa esto?
Poner en perspectiva este tipo de cifras es difícil, incluso para los expertos en captura de carbono. Asimismo, las estimaciones de la cantidad de dióxido de carbono generada por el ciudadano global promedio varían enormemente y están en constante cambio, desde la cifra elevada de 30 por persona en algunos estados productores de petróleo hasta menos de 0.5 en partes remotas de África. Pero si se considera la raza humana en conjunto, un promedio factible es un poco menos de 5 toneladas al año.
Por lo tanto, aunque se capturen unas ambiciosas 500 000 toneladas por año, esto representa poco más de la producción de 100 000 personas. En los países desarrollados, esta cifra sería más bien de 30 000 a 40 000 personas.
O, si resulta más sencillo hacer este cálculo con volúmenes, a una presión y temperatura estándar, una tonelada de dióxido de carbono llenaría una esfera de alrededor de 32 pies de diámetro. En Estados Unidos, un automóvil con un uso medio producirá esta cantidad cada tres meses aproximadamente.
(Worldometer, NASA, Gobierno del Reino Unido)
Energía y potencial
Sin embargo, por muy audaces que sean estos proyectos, la magnitud del reto al que se enfrentan sigue siendo enorme. La cantidad de energía necesaria para extraer CO2 del aire es considerable y, lógicamente, debería ser renovable. En Mammoth, se puede alcanzar los objetivos propuestos en gran medida, porque se aprovechará la central eléctrica de Hellisheiði en Islandia, la tercera central geotérmica más grande del mundo. Los proyectos cuyo objetivo es compensar la producción de CO2 de combustibles fósiles pueden ser exitosos y bien intencionados, ¿pero prolongan la dependencia de combustibles fósiles? Incluso con todos estos grandes proyectos en marcha, sigue siendo una gota en el océano atmosférico. Por ejemplo, cuando esté en funcionamiento, Mammoth eliminará 36 000 toneladas de dióxido de carbono al año. En 2021, las emisiones mundiales de CO2 superaron las 36 000 millones de toneladas…
No se puede negar el ingenio y la determinación de los ingenieros medioambientales y las compañías que están detrás de estos proyectos. Y estos argumentarían, con razón, que al menos están haciendo algo. ¿Pero toda esa innovación podría utilizarse mejor para el medioambiente?